DESAPARECIDOS, NO AUSENTES
Miguel
González Madrid
¿Qué
oscuro presagio les ha alcanzado
y
provoca un caudaloso llanto, aquí y allá,
o acaso
han caído en estos senderos
para
nutrir con su sangre la libertad?
¿En
dónde están esos rostros forjados
a golpes
de la dura vida, sin piedad,
estremecidos
por el rojo vivo, candente,
que se
hunde en los poros una vez más?
¿En qué
recoveco del destino han parado,
así, de
pronto, como si el cielo anunciara
-en una
noche inquietante, avergonzada-
que se
han ausentado y ya no vendrán?
¿En
cuáles surcos de la agreste montaña
se ha
diseminado, vigoroso, su espíritu,
como mágico
manto de abundante semilla
de la
que brota una oración tan extraña?
¿Hasta
cuándo esta gran tristeza colectiva
rodará
hiriente entre millones de almas
y árboles milenarios que crecen para tocar
las
alas del ave freudiana que viene y va?
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