La Profecía
Puedo decir tantas cosas
esta noche de adiós:
decir que, lejana, tal vez
un día escucharás mi voz;
que cruzamos el camino,
que mordí tus labios
y buscamos el amor.
Puedo decir que, acaso,
de tu boca desprendí
el misterio y la pasión;
que todo se volvió fábula,
tan breve, tan fugaz,
como cuando escapa el sol.
...
En mis sueños yo buscaba
la señal que me advirtiera
del delirio y la traición;
preguntaba siempre a Dios
¡Qué mostraba mi destino!
¡Qué había hecho yo!
Abatido, en el silencio,
me imaginaba ya contigo,
otra vez en la aventura,
inflamados de pasión.
Mas la duda se clavaba:
yo llegando, tu partiendo;
yo buscando cautivar aún,
tú desgarrando el corazón.
¿A dónde iríamos así?
¿Qué habría hecho yo por ti?
...
Un día hubiera decidido
llevarte hasta el final,
hundirme en tus deseos,
extraviado, sin razón;
hubiéramos creado un mundo,
sólo nuestro, solos tú y yo,
extasiados, confundidos,
entregados al amor.
Pero estaba escrito todo:
que llegarías un día,
que te irías de pronto,
que no serías mía
para siempre, jamás.
Miguel González Madrid
No hay comentarios:
Publicar un comentario