LAS
ELECCIONES DE 2012, LAS TENTACIONES POLÍTICAS DE LOS PRESIDENCIABLES Y LA
DISPUTA POR LOS PINOS
Miguel González Madrid
DESPUÉS
DEL TRIPLE DESLIZ SOBRE CUESTIONES DE PODER ADQUISITIVO, el Secretario de Hacienda
del ejecutivo federal mexicano, Ernesto Cordero, parece querer seguir –durante
el año previo a la jornada electoral de 2012– las recomendaciones del gran
maestro Keynes. Suponemos que algo aprendió en sus cursos de economía y quiere
demostrarlo con cierto arrojo. Incluso –en buen plan y para demostrar que
domina las estadísticas de la economía mexicana– quiere debatir con Enrique Peña
Nieto, el cual no sabe de economía, pero tampoco ha dicho tres inocentadas
juntas. ¿Acaso querrá el debate para resolver de una buena vez por todas si las
monedas de las que habló durante la primavera de 2011 son o no milagrosas o, al
menos, están en vía de serlo?
Es probable que Ernesto Cordero quiera mostrar que es un
técnico que se puede conducir eficientemente en el marco de la tolerancia y que
–a diferencia de Javier Lozano, el rudo del grupo– se puede platicar
pacíficamente con él sobre problemas que aquejan a todos los que se esfuerzan
por llevar algunas monedas a su hogar para poder subsistir cotidianamente. Al
parecer, salió de sus cinco minutos de lapsus
que suele provocar un apresurado posicionamiento en la pasarela pre-electoral,
y más en tiempos excesivamente cálidos; pero ahora se revela como desconocedor
de las restricciones legales y constitucionales en materia electoral, pues
prácticamente sostiene que se puede ser servidor público de alto nivel y, al
mismo tiempo, realizar actos anticipados de precampaña para afianzarse como
serio aspirante presidenciable. ¿Sabe que desde 2008 hay una regulación sobre
precampañas electorales que se desprende de bases constitucionales creadas en
2007 o, más bien, tal vez cree que estas
cuestiones son cosas de buena fe porque los demás aspirantes parecen actuar del
mismo modo? Sin duda, este nuevo desliz es consecuencia de la intención de no
salir del carril que puede llevar directamente a la disputa por Los Pinos.
Ahora
bien, es relativamente cierto lo que John Maynard Keynes nos dice desde 1936 (y
nos convence desde 1942), a través de su Teoría
General de la Ocupación, el Interés y el Dinero: el desempleo se puede
combatir si se estimula la inversión privada, se mantienen bajos niveles
inflacionarios, se abarata el crédito y se reducen las tasas impositivas. Pero
a Cordero le falta considerar que hay algo más (y no podrá decirlo debido a los
sesgos de su formación) que está en el corazón del modelo keynesiano: el Estado debe promover la inversión privada
a gran escala por diversos medios y por riesgo propio (lo cual es imposible
en las condiciones actuales en México), para generar niveles óptimos de empleo,
fortalecer el ingreso de las familias (base de un sistema tributario robusto) y
elevar la demanda efectiva (el
consumo en todas sus dimensiones: mercado interno y externo, ordinario y
productivo).
Además,
hay que tomar en cuenta dos fuertes obstáculos en la aventura reivindicativa de
Cordero: a) su jefe no lo dejará ir tan lejos en el planteamiento de una
estrategia económica que supone que el país tiene una estructura dominante de
clase media a la que le es suficiente un ingreso mensual de seis mil pesos
calculado en n salarios mínimos, pues
lo que cuenta es llegar a 2012 con una economía con indicadores de estabilidad
macroeconómica similares a los que tenemos en este momento, sin ese tipo de
supuestos que forman parte de sueños proto-keynesianos; y b) el terrorífico clima
de inseguridad en el país –que se manifiesta en secuestros de gente adinerada
de largo tiempo y de gente que comenzó a hacer fortuna propia hace escasos años,
en asaltos a los transportistas de mercancías diversas (abarrotes,
electrodomésticos, etc.), en actos vandálicos de gran impacto psicológico y de
desafío al poder militar, así como en ofertas protección obligada bajo amenaza–
inhibe el mantenimiento de las inversiones y, desde luego, desalienta la
llegada de nuevos inversionistas extranjeros, por lo menos en la franja de
entidades federativas norteñas (las otrora receptoras de montos significativos
de inversiones extranjeras en el sector maquilador de las manufacturas) y en
las áreas de mayor desarrollo turístico.
Por
lo demás, FCH parece tener preparada para 2012 una estrategia pragmática y de
alta sintonía con los tiempos electorales: literalmente echará la casa por la
ventana, lo cual significa que durante la segunda mitad de 2011 promoverá
algunas acciones de fuerte impacto social, político y económico: i) la
expedición de la cédula de identidad para los menores de edad va con fuerza, y
el propio FCH trata de convencer a los incrédulos de las bondades de un
documento que puede ayudar reducir los riesgos de inseguridad pública, a pesar
de que hay una controversia sub-judice
en la SCJN promovida desde el poder legislativo
federal, porque la reforma del ejecutivo federal al reglamento de la ley
respectiva ingresó una disposición no prevista por el legislador ordinario; ii)
es probable un retorno progresivo –pero parcial– del ejército y la armada a sus
cuarteles al comenzar los procesos internos de los partidos, lo cual podría
generar un clima de distensión política, pero las calles podrían ser saturadas
con las policías federal y estatales, y por eso a FCH le urge que se finalice 2011
con excelentes resultados en el ejercicio del monopolio legítimo de la
violencia y que se apruebe la iniciativa de mandos únicos (la genial propuesta
operativa de Ebrard cayó como “anillo al dedo” en la primavera de 2011 y, como
plan emergente, podría ser adoptada permanentemente hasta julio de 2012); iii)
los fondos públicos de los programas sociales federales más importantes serán
gestionados preferentemente para la clientela electoral panista (estrictamente
identificada y controlada), pero incluirá a vastos sectores socialmente
vulnerables en las entidades federativas en donde el PAN es segunda fuerza
electoral (FCH piensa que ahí debe ganar el PAN a como dé lugar); y iv) los
dineros depositados en paraísos fiscales (algunos lugares de Europa, El Caribe
o África) o resguardados en cajas fuertes domésticas por cuenta y riesgo de beneficiarios
privilegiados del poder que ahora deben pagar favores políticos (por ejemplo, ex-gobernadores
y ex-diputados), serán puestos en circulación para volcarlos a la campaña
electoral del favorito de FCH.
Falta
más, pero con lo dicho anteriormente se puede ver el trazo grueso de la
estrategia electorera de la acción gubernamental panista. Ya no hay tiempo para
experimentos, y a FCH le gusta accionar con pragmatismo, sin rubor, sin freno
en la mente. Es totalmente pro-activo y le encanta mandar, aunque no se olvida de
que la vida en este mundo es de humanos y que se puede cometer algún desliz. Lo
que le importa es ganar a toda costa, pero
bajo el manto (como la mítica cama de Procusto) del Estado de derecho.
Claro, habrá más acciones "legales" en contra de los corruptos (o que
parecen serlo) y de los que tienen alguna afinidad con el crimen organizado –y,
sinceramente, no está mal para una sociedad que quiere llevar una vida pacífica
y tranquila, de día y noche, dentro y fuera de la casa– al fin que los
detenidos pueden ser consignados a los jueces federales dentro de los plazos
legales y constitucionales, y éstos... ¡que se las arreglen como saben, que
hagan su tarea! Ni duda cabe de que lo que importa a quien no duerme pensando
en cómo será el primer domingo de julio de 2012 es llegar a esa fecha con por lo menos un empate técnico en los resultados
de encuestas que se estarán aplicando durante el periodo de campaña
electoral presidencial.
El
combate político-electoral en el Estado de México ya casi llega a su
culminación (en la segunda mitad de 2011) y será historia. Cada cual habrá
hecho lo propio para encarrilar hacia otros escenarios. Enseguida, la mirada
estará puesta en cerrar la brecha entre los adversarios que sí estarán en la
contienda de 2012. Es lamentable, pero de las buenas intenciones de la reforma electoral
de 2007-2008 ya nadie parece acordarse, por lo menos en lo que concierne a la
prevención de actos anticipados de precampaña. Y eso es señal de que la
elección presidencial de 2012 será el escenario propicio para… ¡Vencer o Morir!
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