DATOS PERSONALES

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Politólogo y Maestro en Derecho Electoral / Profesor-Investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa (México City). Especialista en temas de Políticas Públicas, Teorías del Estado y la Democracia, Derecho Electoral, Federalismo y Gobiernos Locales. e-mail: mgmundouno@yahoo.com.mx

viernes, 29 de agosto de 2008

Presidentes Legítimos de México (Segunda Parte)

Nicolás Zúñiga y Miranda
http://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Z%C3%BA%C3%B1iga_y_Miranda


Nicolás Zúñiga y Miranda (Zacatecas, 1865 - Ciudad de México, 1925) fue un excéntrico político mexicano, conocido como "el candidato perpetuo" a la presidencia de la república en la última década del siglo XIX y la primeras veintena de la centuria siguiente. La figura de Nicolás Zúñiga y Miranda adquiere interés y cierto simbolismo moral aunque no exento de gracia, debido a que, en un régimen sin verdadera democracia, se postuló como candidato independiente y que, tras ser derrotado, denunció fraude y se declaraba a sí mismo "presidente legítimo de México".

Candidato durante el Porfiriato

Zúñiga y Miranda nació en Zacatecas en una familia de la vieja nobleza española. Fue a la Ciudad de México a estudiar leyes y se hizo abogado y su primer salto a la fama fue en 1887, cuando aseguró haber inventado una máquina que podría predecir terremotos y -por suerte o por sabiduría- pudo predecir realmente un sismo que tuvo la capital aquel año.

Después de este éxito, predijo que el 10 de agosto del mismo año la Ciudad de México sería destruida totalmente por las erupciones simultáneas del Cerro del Peñón y del Popocatépetl, lo que hizo que varios habitantes dejaran la capital en esa fecha. Esta predicción demostró ser falsa desde luego.

Después de tal bochorno, Zúñiga había casi desaparecido de la atención pública cuando sorpresivamente anunció su candidatura como el “candidato de la gente” para las elecciones presidenciales de 1892. El opositor de Zúñiga era nada menos que el presidente Porfirio Díaz, que había gobernado el país desde 1876, siendo electo en comicios que no eran sino una mera formalidad.

En esos comicios de 1892, Zúñiga aseguró haber sido el vencedor y para defender su victoria, denunció un fraude. Ante esto, fue arrestado y condenado a 25 días de confinamiento solitario. Sin embargo, tras salir de prisión, Zúñiga se declaró a sí mismo “presidente legítimo” y llamó Díaz un usurpador. En 1896, 1900, 1904 y 1910, Zúñiga participó una y otra vez en las elecciones presidenciales, cada vez con el mismo resultado: recibió sólo una pequeña cantidad de votos, seguido lo cual, denunció fraude y se declaró "presidente".

Se decía que Zúñiga realmente creía que la gente lo había elegido, y con el paso del tiempo se volvió una figura popular en la Ciudad de México. A menudo era invitado a los partidos, en restaurantes y en otros acontecimientos públicos, en los cuales algún sector de la población le daba un trato como si él realmente fuera el presidente. El gobierno de Díaz lo consideraba ser un loco que divertía a la gente, más bien que un opositor peligroso y decidió no tomar acción política ni penal alguna contra el testarudo político. Para muchos mexicanos de entonces, Zúñiga era sólo una forma de tomar con humor y un símbolo hilarante de la carencia de la democracia en el país. El eterno candidato, vestía siempre como caballero inglés, usaba un sombrero de cilindro, guantes y un monocle y fumaba una pipa.

Después de la Revolución

En 1910, después de que Francisco I. Madero llamara al levantamiento en armas contra Porfirio Díaz, Zúñiga se ofreció para mediar entre las partes en discordia. Después del derrocamiento y el asesinato de Madero por Victoriano Huerta, Zúñiga se sumó el descontento porque Huerta anuló las elecciones para el Congreso de México, puesto que él planeaba ser un candidato en esa elección.

Después de varios años de comenzada la Revolución mexicana, Zúñiga aún continuó participando en elecciones: en 1917 contra Venustiano Carranza y en 1920 contra Álvaro Obregón. Aunque nunca consiguió más que algunos mil votos, él seguía siendo una figura popular y recordaba del hecho de que México todavía no se había convertido en una democracia completa aun después de la revolución.

Zúñiga participó en su última elección en 1924, pero en el curso de la campaña, recibió amenazas de muerte por parte de los partidarios del candidato “oficial” Plutarco Elías Calles. Nicolás Zúñiga y Miranda murió un año más tarde.
Las proclamaciones de Zúñiga como “presidente legítimo” serían imitadas, emuladas o repetidas más adelante por José Vasconcelos (1929), Juan Andrew Almazán (1940), Manuel J. Clouthier (1988), Andrés Manuel López Obrador (2006), y como "gobernador legítimo" Salvador Nava (1991), ya que comparten la característica de haberse considerado víctimas de fraude electoral.

Zúñiga y Miranda se encuentra representado en el mural de Diego Rivera, Tarde de domingo en la Alameda. Este curioso personaje político también fue representado en la excelente película México de mis Recuerdos, de 1943, dirigida por Juan Bustillo Oro y protagonizada por Joaquín Pardavé y Fernando Soler. El historiador Rodrigo Borja Torres escribió un libro acerca de la vida de Zúñiga en 1999.

Bibliografía

• Mellado, Guillermo, "Don Nicolás Zúñiga y Miranda. Vida, aventuras y episodios del caballero andante de don Nicolás Zúñiga y Miranda", El Gráfico, Ciudad de México, 1931.
• Torres, Rodrigo Borja, Don Nicolás Zúñiga y Miranda o el candidato perpetuo, Editorial Miguel Ángel Porrúa, Ciudad de México, 1999.



Nicolás Zúñiga y Miranda
http://detuarteamiarte.blogspot.com/2006_09_01_archive.html

En 1880 un excéntrico personaje llamado Nicolás Zúñiga y Miranda comenzó una larga carrera que asombró a los mexicanos.

Zúñiga nació en Zacatecas, hijo de una familia "de bien". Desde pequeño alcanzó un especial talento para la lectura y el conocimiento, por lo que en cuanto tuvo la edad razonable se le mandó a la Ciudad de México a estudiar abogacía.

Las matemáticas y la astronomía eran también sus aficiones, de tal suerte que en 1857 logró predecir, por casualidad o por estudios, un temblor. Tras convencer al director del periódico El siglo XIX, se publicó la noticia que, por supuesto, causó gran alarma en la población. Ese día tembló y la fama de Zúñiga se acrecentó.
Después de varias predicciones fallidas, su fama de erudito se fue desvaneciendo; la gente comenzó a burlarse de él, quien incluso llegó a mantener un duelo del que salió ileso. Tuvo también la ocurrencia de adivinar el fin del mundo.

Pasado ese momento, se olvidó de sus predicciones y se tituló de abogado, al tiempo que Porfirio Díaz daba inicio a su campaña de reelección. El grupo de amigos de Zúñiga acordó formar un partido político y postular a la presidencia a Don Nicolás. A partir de ese entonces comenzó a llamarse "el candidato del pueblo".

A pesar de sus escasas posibilidades de perder la presidencia, el dictador Díaz inició una persecución que condujo a la cárcel a Zúñiga. A los pocos días fue sacado de la cárcel de Belem y marchó a su casa desde donde empezó a modificar su conducta.

Guillermo Mellado, biógrafo de este tragicómico personaje, escribe:

"Cierta mañana, encontrándose en paños menores, de improviso fue a sacar del cajón de una cómoda una banda tricolor, la que con todo respeto cruzó sobre su pecho, para después ir a contemplarse a una luna que tenía en el ropero. Erguía su figura. Mirábase cómo le caía aquella insignia, daba un paso a un lado y al otro, monologaba a sí mismo. Entonces se percató de la presencia de doña Ramona, su casera, a quien le dijo: ‘no se vaya usted, la he llamado porque he querido que sea usted la primera dama que reconozca en mí al Presidente de la República. Como ve usted, puesta la banda tricolor en mi pecho, llevo la representación más alta del país. De Porfirio Díaz, ni me ocupo, es un usurpador’".

La historia de Zúñiga es una delicia, la historia de un eterno perdedor, quien sentía nostalgia por la derrota, la que se repitió una y otra vez cada 4 años; incluso, concluida la revolución, se postuló contra Carranza.

Aquel buen hombre terminó siendo el hazmerreir de la sociedad entera, como lo es hoy [2006] otro "candidato del pueblo" que se ha autonombrado "Presidente legítimo de los mexicanos"

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